jueves, 18 de junio de 2015

Me llora un ojo sin razón, queriendo mojar mi cachete. Sin preguntar si era lo que quería. Sin avisar si era lo que estaba esperando. Tan involuntario como un ronquido. Tan innecesario como el dolor. O el amor. Ambos necesariamente innecesarios y anheblables. Porque uno lleva al otro y viceversa. Pero siempre todo termina en dolor, con un dejo de vacío triste.
Bostezo y vuelve la lágrima que no es más que agua vacía y molesta. Sigue lloviendo el ojo y no va a parar. Sólo el derecho. Y un poquito el izquierdo. No va a parar porque no tiene ganas. No quiere hacerlo hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario