miércoles, 5 de agosto de 2015

Ducha colectiva

Hay una ducha allá afuera
Que baña todo lo que se encuentra bajo ella. No distingue la voluntad de los sujetos ni los objetos y los rocía con frescura. Pero está tan oscuro que nadie se quiere mojar.
Balcones, techos y toldos se convierten en refugios de alta categoría para los transeúntes a los que una ráfaga de viento les robó el paraguas.
¡Tantas lunas artificiales se reflejan sobre los inquietos lagos que cubren el pavimento!
Los rayos, como flashes de cámara, fotografían con recuerdos las cortinas del cielo. Inmediatamente después, los rugidos de la tierra hacen temblar hasta al más valiente policía. Estallan misiles de hielo, llenando de celulitis los capots de los autos. Y rebotan canicas de cristal al impactar con las baldosas.

Mientras, yo agradezco o me arrepiento por estar seca e imagino que solo es un nene sacudiendo una radiografía.